martes, 4 de mayo de 2010

Un vistazo por las páginas de Libertad

Mónica Zúñiga Rivera
ITCR-UNA
2008


Estar despierto es un camino hacia la vida.
El tonto duerme como si estuviera muerto,
pero el maestro vela y vive para siempre.
El despertar, El Dhammapada


Hojeando algunos de los artículos de Libertad (1970), miro con nostalgia aquella frase que pregona la repetición de la historia: “No hay nada nuevo bajo el sol” -decía el Eclesiastés y también Borges. Aunado a esto, pienso en las ideas barrocas sobre el gran teatro del mundo, la transitoriedad de cada personaje y la lucha que parece fútil en contraste con la repetición y el fatalismo. Algo más transmite esta revisión de textos: el concepto de ética y responsabilidad humanas así como el sentimiento de esperanza y el despertar de la conciencia, en un aquí y un ahora. Suerte de nudo borromeo (¿o sentimientos en conflicto?) la visita al pasado a través de escritos, olores imágenes o canciones siempre deja un sinsabor y a la vez una inobjetable certeza de existencia en el tiempo y el espacio. Leer un texto no es sólo leerlo, sino leernos a nosotros mismos- en tanto textos que intervienen y se intervienen- y que justamente por ello, conforman una unidad en sí mismos. Este ejercicio es, en definitiva, la búsqueda de significado en la cotidianidad- que también es otro texto, un discernimiento de los signos ;una lectura de la historia y del ser humano, específicamente, del costarricense que duerme o despierta en medio de la lucha y la esperanza. Con estas reflexiones, germinan algunos puntos cuyas dudas son la base de las siguientes líneas, inspiradas en las ediciones de Libertad de 1970.

La nostalgia de un pasado beligerante

En efecto, al recorrer las escenas de la historia de la humanidad y, en especial de América Latina, notamos la perenne injusticia, la hipocresía, el falso carácter mesiánico de Estados Unidos-que bajo el pretexto de resguardar su concepto de democracia ha invadido y violado a los diferentes pueblos del mundo-, entre otros hechos dignos de ser señalados.
Costa Rica ha sido testigo de cientos de sucesos complejos y contradictorios que van desde lo simple hasta lo insondable. En ese sentido, aparecen las diversas denuncias hechas por los periodistas y escritores de Libertad quienes con argumentos sólidos censuran la injusticia (y su polifacético rostro) vivida en nuestro país durante aquel año. Entre esas denuncias destacan el enriquecimiento de Rockefeller, la desnutrición de nuestros infantes, el aumento arbitrario de precios de la Cooperativa Dos Pinos, la lucha contra ALCOA, la prisión impuesta a unos campesinos cartagineses por el sólo hecho de “cosechar tierras”, el abandono hacia los indígenas extranjeros y costarricenses, y demás eventos condenables.
Cada uno de esos reportajes, va acompañado casi siempre de fotografías que demuestran la desolación y el estado crítico que denuncia la noticia, el texto escrito. No es un asunto abstracto, una idea rebuscada o aparente: las máscaras de la desigualdad no se pueden esconder bajo el rostro de un indígena explotado o un campesino castigado.
Especial mención tienen los escritos sobre ALCOA y sus enemigos: resaltan allí las imágenes de estudiantes de secundaria y de las universidades públicas de aquel entonces, quienes, en concordancia con las demás organizaciones, salieron a pelear por los recursos del país y lograron detener la negociación que ya iba hacia un tercer debate.

Esas páginas están cargadas de orgullo, coraje y convicción; nos recuerdan el espíritu de lucha del 56, de la “resistencia contra el régimen Tinoco”, de la disputa constante y la vigilancia extrema características de los exiguos “costarricenses despiertos”.


Titulares sobresalientes


En el semanario Libertad emergen noticias con la denuncia como eje alrededor del cual se organizan los acontecimientos de aquellos tiempos, por ejemplo:
“Crece lucha contra ALCOA” (18 de abril): En este artículo se detallan las formas de organización propuestas por los movimientos opuestos al gobierno para derrotar a la transnacional invasora.
“Fortaleza de Somoza en tierra nacional” (25 de abril): Este texto denuncia la compra de tierras guanacastecas por parte de allegados y familiares del dictador nicaragüense.
“39 diputados contra el país” (25 de abril): Como en una suerte de espejo, se muestra a los “representes del pueblo” traicionando los intereses del bien común.
“No le cubran las espaldas a los terroristas” (25 de abril): En esa misma edición se señala la libertad concedida a un par de individuos de apellidos Ruiz Herrero quienes a pesar de haber sido capturados con bombas y armas pro-somocistas, fueron dejados en libertad.
“Fuera la ALCOA: es el grito del pueblo costarricense” (1º de mayo): El titular resalta la victoria del pueblo costarricense sobre ALCOA, y adjunta fotografías de aquel glorioso momento…
“Pretenden apoderarse de las riquezas de nuestros mares” (4 de julio): En este reportaje, se exponen las intenciones de algunos países europeos con respecto a nuestras playas y recursos marinos…
A este respecto, surge la pregunta ¿Cuál es el hilo de todos estos títulos? La respuesta es sencilla: la búsqueda de una justicia social, traducida fielmente con la sentencia popular del sol para todos y todas.
Cada texto, por un lado despierta las conciencias de quienes sin haber nacido en un comunismo de ultranza (aunque sí de izquierda, entendida como la lucha por el bien común) defendemos universales insoslayables. Por otro, refleja las intenciones de los poderosos y la explotación de los sectores pobres que desde la antigüedad son. Y quizá como último punto, cada escrito evidencia la hostilidad de algunos costarricenses cuando la amenaza a lo propio es motivo de desconcierto. Esta beligerancia tenía un carácter heterogéneo y hasta anacrónico (jóvenes y viejo, ateos y religiosos) pues la unión frente a un enemigo común solamente requería (y requiere) una consonancia en el sentir, un mismo espíritu combativo. Libertad evidencia que a pesar de las incertidumbres actuales, la fuerza y los bríos del costarricense han sido reales y no míticos: en una lectura del renacer, las cenizas de la valentía y el coraje podrían surgir de nuevo, si bien bajo un nuevo protagonismo y nuevas consignas. La nostalgia hacia un pasado agresivo es real como reales son los fantasmas que acechan a nuestra tierra desde hace más de un siglo. No obstante, el despertar es lento, y a veces, imperceptible en medio del “mundanal ruido”.







El tema del eterno retorno
Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras:
los hombres y los astros vuelven cíclicamente

La noche cíclica, Jorge Luis Borges

Analizando el sentido de la historia, vemos la ciclicidad de acontecimientos. Lo sucedido no es nuevo aunque sí los actores de esos procesos y esas escenas. Cambian, desde luego, los nombres pero no los papeles asignados en ese gran montaje cuyo espacio es Costa Rica. De este modo, aparece el espectáculo del “burro amarrado contra el tigre suelto”, el enfrentamiento de David contra Goliat, o la muerte de inocentes cristianos en el circo romano, hechos que muestran una especie de arquetipo socio- histórico, y fatalista. El régimen de los hermanos Tinoco se repite, Rómulo y Remo hoy comercian tiranizando con sus empresas azucareras y sus máscaras democráticas...Los diputados cuyo deber fue olvidado en los 70, renacen para vergüenza de su nación.
El perenne regreso aflora: Mircea Eliade quería llamar a su ensayo -El mito del eterno retorno- Introducción a una filosofía de la Historia, en lugar del título definitivo. Esto, no obstante, podría generar dos posiciones: si los conflictos y las guerras son repetitivas ( y la historia del ser humano y del costarricense es siempre la misma como una especie de prolongación ritualística) entonces ¿para qué luchar? Pero, y aun cuando los indígenas –cuya visión de mundo era circular- y Eliade tuvieran razón, ¿no sería mejor estar siempre del lado de los despiertos?



El gran teatro de Costa Rica
All the world`s a stage

W. Shakespeare


Libertad ofrece escenarios y espejos: la lucha de ALCOA es un fiel paralelismo del reciente proceso contra el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. En 1970, miles de costarricenses se lanzaron a las calles para censurar un negocio tigresco. Esas imágenes evocan y provocan un sentido identitario que se asume en momentos claves de nuestro accionar como ciudadanos.
Por otro lado, la doctrina expansionista de Estados Unidos no ha cambiado un ápice desde aquellos años. El Destino Manifiesto es una materialización de lo que Irak y otros países están viviendo. Incluso, las imágenes sobre la guerra en Vietnam ofrecidas por Libertad (que paradójicamente no debían estar allí pues en apariencia la guerra ya había terminado) se asemejan a las de los niños bombardeados actualmente en los países árabes . El papel de Nixon es el de Bush, el de Rockefeller se equipara al de Bill Gates. Todo, como en el teatro, es representado pero también transitorio (Maravall, 1975:320). Cada actor interpreta a alguien y luego, si tiene suerte será escogido para un rol protagónico o trascendente. Así, el periódico citado ofrece unas tablas amarillentas idénticas a las de hoy. Los actores-políticos se desenvuelven en una situación que luego desdeñan porque anhelan mayor reconocimiento en el futuro. Algunos mueren, otros ascienden. El gobierno Tinoco-Arias, el consorcio United Fruit-INTEL, siguen actuando en nuestras tierras y para grandeza del teatro, utiliza su deux machine depurada e innovada.



El asunto de la ética y la responsabilidad humanas

...existe el ciclo de la semiosis, la vida de la comunicación y el uso y la interpretación que se hace de los signos; está la sociedad que utiliza los signos para comunicar, para informar, para mentir, engañar, dominar y liberar.
Umberto Eco, Signo

La lectura de los textos de Libertad culmina indefectiblemente en una interpretación de mundo, considerada no en términos maniqueos sino realistas. El ser humano se encuentra, lo queramos o no, inmerso en una lucha de clases, una búsqueda de felicidad constante, no siempre homologable al contexto socio-histórico en el que le toca vivir. Las ideas actuales corolarias de una visión holista de la vida y la armonía como un todo, no resuelven el gran problema que existe detrás de los discursos tanto de 1970 como los de hoy y los que han sido: el egoísmo de la humanidad y su legitimación. Sí, todos estamos interrelacionados, a todos nos une el hilo de la vida, el cambio es lo único permanente, alguien movió mi queso...Todas estas frases abogan por una mente sin fronteras, naciones buscadoras de un supuesto cambio... Sin embargo, no son todos los que cambian ni todos los que dejan de talar árboles o desgastar al planeta . De este modo, y con base en lo visto por la historia, es posible afirmar que no hubo justicia (ni podrá haber) en un modelo de desigualdad y de cambio exclusivizado.
ALCOA resucita, los terroristas se han expandido, los diputados aún son cobardes e individualistas, la realidad carece de una ética que involucre el bienestar de la mayoría (ambiente y seres humanos). Cada noticia expuesta remueve los cimientos de una Suiza centroamericana cuya falacia estriba justamente en esa caracterización:

el costarricense adolece de memoria histórica –como señalaron en otros momentos Láscaris, Carmen Naranjo, entre otros - y evade la responsabilidad inherente a su ciudadanía. Prefiere, no obstante, modelos extranjeros en los que no se invierte sudor ni intelecto. La toma concienzuda de decisiones es algo fuera de su vivencia y por lo tanto de su idiosincrasia. En los 70 predominaban los mismos vicios sociales que vemos hoy.
Entonces, ¿qué podemos interpretar de las páginas de un semanario comunista de hace tres décadas? El mundo –el mundo costarricense- no ha cambiado: sigue siendo abúlico e irresponsable en su gran mayoría. La apatía disfrazada con la expresión del porta a mí, ha sustituido al yo hago o yo haré. El binomio ética-responsabilidad humana se bifurca: se quiere cierta responsabilidad aunque divorciada de la ética, decisiones sí, pero no en aras del pensamiento propio y desde luego, separadas de una compromiso vinculante con lo decidido. Ni siquiera existió (ni existe todavía) el modelo maquiavélico de gobernar bien sin mirar las formas, no, lo que se halla es el dejar hacer , dejar pasar. Esto lo atestiguan los periodistas y demás escritores y escritoras de Libertad cuya denuncia era constante.


La utopía de la esperanza
Solo está el aire de la pobreza
del hambre de la soledad
Què trae el viento para esta tierra
Que traiga espadas para el dragón
Que traiga un beso lleno de aliento

Para cortar el aire, Perrozompopo


Luego de haber leído algunas de las noticias más relevantes de Libertad, el optimismo se esfuma pues se llega a una conclusión innegable: los costarricenses,


siguen siendo como lo planteara Jorge Valdeperas (1979:28) incapaces de enfrentar la realidad de su ser histórico. Y algo más: su modorra es lo único por lo que se interesan. Desde luego, esa afirmación implica un fatalismo, una búsqueda de esperanza que como mujer escurridiza, atrae y se difumina sin dejar más que el sinsabor de un cambio inasible. A la luz de los recientes hechos , los “ticos” lejos de despertar y de asumir un pasado épico demostrable, se aferran a la imagen del extranjero en tanto Mesías de proyecto consolidado.
Leernos en tanto costarricenses, implica, sin lugar a dudas, una actitud de vigilia y en ese sentido, las páginas de los años 70 son una invitación a la vida y a la renuncia del sueño como sinónimo de abulia e indefensión en los propios términos de la sabiduría milenaria.
Recorrer este semanario es caminar sobre las huellas de miles de trabajadores, pensadores y libertadores unidos por un ideal difícil de mantener. De ahí que sea necesario un grito por la agresividad, por la revolución pacífica y la defensa de nuestros derechos, que son, finalmente, los estandartes proclamados desde la constitución de nuestra patria como nación soberana e independiente.
Libertad fue una palabra y un hacer, una voz que todavía pregona, aún en medio de la ceguera, el camino hacia esa tierra que llamamos democracia.

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